Pestiños (Sin Gluten, sin lácteos, sin huevo, sin soja y sin frutos secos)
Se acerca la festividad de Todos los Santos. Una época que recuerdo de ir a visitar a los difuntos y las casas de nuestros familiares con dulces de esta época y los frutos secos (las almendras, las castañas y las nueces sobre todo).
Pues bien, para hoy, después de mucho buscar recetas, os traemos unos pestiños. Hay que decir que los huesos de santo son los más comunes en esta época, pero como el huevo es prohibitivo para mí, cogimos esta otra opción del libro “Cocina para celíacos” Cocina Divo. Vamos allá:
– 550 gr de Harina Proceli.
– Más harina Proceli para espolvorear.
– 250 ml de vino blanco.
– 250 ml de agua.
– 1/2 litro aproximadamente de aceite limpio.
– 1 cucharada de anís en grano.
– 2 cucharaditas de canela en polvo.
– Cáscara de naranja.
– 1 pizca de sal.
Para el almíbar:
– 100 gr de miel. (al final pondremos una opción vegana/vegetariana para los que no pueden usar miel).
– 75 – 85 ml de agua.
Cocer a fuego lento el vino blanco con el anís en grano. Colar y reservar. Calentar el aceite en una sartén y agregar la cáscara de naranja. Mantener a fuego lento y cuando la cáscara se dore, retirar la sartén del fuego, y reservar quitando la cáscara ya dorada.
Poner la harina en un cuenco y mezclar la harina con la canela en polvo y la pizca de sal. Darle forma de volcán con un agujero en el centro. Verter en ese agujero el vino blanco reservado (ya templado), el agua y 100 ml del aceite frito con la cáscara de naranja (ya templado también).
Mezclar y amasar muy bien hasta conseguir una masa blanda que no se pegue en las manos. Para ello, usé mi robot Clatronic, hasta que observé que la masa era homogénea y, posteriormente, terminé el proceso de amasado en la encimera, previamente espolvoreada y con las manos cubiertas de harina.
Estirar la masa con un rodillo y dejarla muy fina (ya que cuando se fríen se hinchan bastante). Realizar porciones con formas cuadradas usando un cuchillo. Juntar las esquinas opuestas y unirlas con un poco de agua. Todos los bordes que vamos desechando en el proceso, se vuelven a mezclar y unir, se vuelve a estirar con el rodillo y se cortan las porciones, repitiendo el proceso hasta que no quede nada de masa.
Calentar de nuevo el aceite que haya sobrado después de hacer la masa. Freír en él los pestiños hasta que se doren. Sacarlos, dejar escurrir el aceite sobrante y reservar.
Para preparar el almíbar, calentar un poco la miel y el agua en un cazo (lo justo para mezclar los dos ingredientes) y sumergir los pestiños, uno a uno, en este baño. Dejar escurrir un poco y colocar en una fuente de servir.
Si no os gusta la miel o preferís evitarla porque sois veganos, podéis usar sirope, azúcar integral de caña o simplificarla eliminando el almíbar y espolvoreando con azúcar los pestiños, después de fritos, cada uno según sus circunstancias alimenticias, claro. Para ello, poner un fondo de azúcar blanca (o cualquiera de las otras opciones mencionadas) en un cuenco y, una vez los pestiños han escurrido el aceite sobrante, se pasan uno a uno por el azúcar y se ponen en una fuente para servir. Si lo hacéis con el sirope, hacedlo con el mismo proceso que con la miel + agua.
Nosotros hemos hecho de los dos tipos para ver cuál nos gustaba más, si con miel o con azúcar… ¡y nos gustaron los dos! Prácticamente, aún calientes nos los comíamos como si fueran churros. Están buenísimos. Eso sí, al ser casero, hay que guardarlos bien en tupper después para que no se endurezcan mucho, y es recomendable que los vayas a realizar para compartir con visitas o familiares ya que si pasan muchos días se pueden poner duros.
Esperamos que os animéis a hacerlos y compartáis con nosotros vuestra experiencia.